Autocuidado: un acto profundo de autoestima y salud mental
Cuando escuchamos la palabra autocuidado, muchas veces pensamos en actividades como darnos un baño relajante, hacer una mascarilla facial o tomar una tarde libre para ver una película. Todas estas cosas pueden ser agradables y necesarias, pero, el autocuidado va mucho más allá de “chinearnos”. Autocuidarse es una manifestación directa de cuánto nos valoramos. Es, en esencia, un reflejo de nuestra autoestima y esta es una realidad que a veces cuesta digerir.
¿Qué es realmente el autocuidado?
Como te mencionaba el autocuidado no es solo hacer cosas que nos hagan sentir bien de manera momentánea. Es un compromiso consciente y continuo con nuestro bienestar físico, emocional, mental y social. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su definición de autocuidado lo representa como una capacidad que no solo nos ayuda a nuestro bienestar, sino que nos permite enfrentar los desafíos de la vida.
Y tal vez te estas preguntando como se ven las personas que se valoran y se priorizan, pues toman decisiones diferentes: se alimentan mejor, se respetan más, establecen límites, piden ayuda, y cuidan de su cuerpo y mente con responsabilidad. Entonces, para mí el autocuidado es una forma activa de amor propio.
El vínculo entre autocuidado y autoestima
La relación entre el autocuidado y la autoestima es íntima. La forma en que nos tratamos en el día a día dice mucho de cuánto creemos que valemos. Una persona que duda de su valor puede posponer su bienestar, evitar pedir ayuda, o colocarse en último lugar una y otra vez. Y para serte sincera la mayoría de nosotras hemos estado ahí en algún momento, nos hemos dicho “No tengo tiempo para mí”, “No quiero ser egoísta”, “Puedo aguantar un poco más”. Lo que pasa es que detrás de estas palabras suele esconderse una actitud de abandono hacia nosotras mismas. La verdad es que el autocuidado no siempre es bonito, a veces puede resultarnos incómodo.
Autocuidado más allá de lo visible
Hoy quisiera compartirte formas de autocuidado, que no siempre se ven como chineos:
Físico: Dormir bien, alimentarse de forma equilibrada, hacer actividad física, atender señales del cuerpo, ir al médico.
Emocional: Reconocer lo que sentimos, expresar nuestras emociones de forma segura, establecer límites, permitirnos descansar sin culpa.
Mental: Gestionar los pensamientos autocríticos, cultivar el silencio mental, evitar la hiperexigencia, priorizar el descanso cognitivo.
Relacional: Rodearnos de personas que nos respeten, decir “no” cuando algo nos daña, pedir ayuda, evitar vínculos tóxicos.
Espiritual: Conectar con lo Jesús que nos da sentido a nuestra vida.
¿Cómo cultivar un autocuidado realista y compasivo?
No se trata de tener una rutina perfecta ni de hacer todo bien. Se trata de empezar desde la honestidad y el respeto a una misma. Algunas ideas que pueden ayudarte:
Escúchate con atención: ¿Qué necesitas hoy? ¿Qué estás ignorando?. Te dejo una guía:
Haz pausas conscientes: Unos minutos de respiración, una caminata en silencio, una conversación honesta puede marcar la diferencia.
Construye hábitos sostenibles: Más que grandes cambios, enfócate en pequeñas acciones diarias que reflejen cuidado hacia ti.
Valida tus emociones: Todas son válidas, incluso las incómodas. Cuidarte también es no exigirte estar bien todo el tiempo.
Permítete pedir apoyo: Cuidarte no siempre significa hacerlo sola. A veces, lo más amoroso es reconocer que necesitas ayuda.
Autocuidarte no es un lujo. Es una forma de decirte a ti misma: “Soy valiosa. Mi bienestar importa. Estoy aquí para mí.”
¿Quieres una sesión con Irly?
Puedes agendarla aquí, sólo haz click
Versículo Lema: Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida”. Prov 4:23 RV-60