Cuando el corazón de nuestros hijos se siente abrumado: Estrés y ansiedad infantil 

Estamos a mitad de año. Para algunos, es tiempo de vacaciones de medio periodo; para otros, el ritmo diario sigue con intensidad. En medio de las carreras del día a día, se acumula un peso emocional: el cansancio del primer semestre, los compromisos escolares, las presiones laborales y las tensiones dentro del hogar.

El estrés y la ansiedad no son ajenos a nuestras familias cristianas, y mucho menos a nuestras infancias y adolescencias. Padres y madres que se sienten sobrecargados, hijos e hijas que estallan sin una causa clara... Todo esto nos habla de una realidad emocional que no podemos ignorar.

¿Cómo debemos interpretar y afrontar estas señales? ¿Qué caminos podemos tomar como familias de fe para encontrar equilibrio y esperanza en medio del agobio?

¿Qué es el estrés y la ansiedad en los hijos?

Desde la psicología, el estrés es la respuesta del cuerpo y la mente ante demandas externas que se perciben como amenazantes o desafiantes. La ansiedad, en cambio, es una reacción emocional ante la anticipación de un peligro, real o imaginario.

En los niños/as y adolescentes,  el estrés y la ansiedad no siempre se manifiestan como en los adultos. Algunas señales pueden incluir:

  • Dolores de estómago o cabeza frecuentes sin causa médica clara

  • Llanto excesivo o berrinches repentinos

  • Problemas para dormir

  • Aislamiento o evitación de ciertas actividades

  • Miedos exagerados o persistentes

  • Irritabilidad constante o conductas desafiantes

Pero detrás de estas conductas, hay algo más profundo: el corazón de ellos que necesita guía, consuelo y verdad.

La Palabra de Dios no ignora la angustia. De hecho, nos muestra un Dios compasivo que se acerca a nuestro dolor, nos escucha y nos invita a confiar en Él:

“Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.” (Salmo 56:3)

“Echen toda su ansiedad sobre Él, porque Él cuida de ustedes.” (1 Pedro 5:7)

El comportamiento visible refleja lo que hay en el corazón del niño/a, adolescente: sus temores, deseos, creencias, expectativas o interpretaciones de lo que está viviendo. Por eso, más que controlar las emociones de nuestros hijos/as, necesitamos discipular sus corazones con amor, paciencia y verdad.

¿Cómo acompañarlos en momentos de ansiedad y estrés? 

1.Mantén tu compostura.

Conscious discipline habla de la habilidad de la compostura que es la capacidad del adulto de autorregularse emocionalmente para responder de forma consciente, calma y empática, en lugar de reaccionar desde la rabia, el miedo o el impulso.

"No puedes enseñar lo que no has practicado vos primero."

Esto significa que antes de guiar a un niño/a, adolescente a calmarse o resolver un conflicto, el adulto debe estar calmado primero. La compostura es el acto de modelar con el cuerpo y la mente lo que se espera emocionalmente de los demás.

“Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien eduquenlos con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor.” Efesios 6:4-6

2. Valida lo que sienten

En lugar de decir “no te preocupes” o “eso no es nada”, di:

  • “Entiendo que eso te hace sentir nervioso.”

  • “Estoy aquí para ayudarte con eso.”

La validación emocional no significa aprobar el miedo, sino reconocer que lo que sienten es real para ellos. Si deseas el manual de validación desde la sabiduría, das click aqui: https://www.psicologiareal.com/regalomanualdevalidacion

3.Ayúdales a nombrar lo que pasa en su interior

Pocas cosas calman más a un niño/a o adolescentes ansioso que ponerle nombre a lo que siente. Puedes usar frases como:

  • “Tu cuerpo se siente agitado, ¿verdad? Eso es ansiedad.”

  • “Parece que tu corazón está preocupado por mañana.”

Nombrar la emoción reduce la intensidad y abre la puerta a la autorregulación.

4.Enséñales a calmar su cuerpo

El cuerpo ansioso necesita ayuda para volver al equilibrio. Algunas técnicas efectivas:

  • Respirar lentamente como si soplara una vela

  • Sostener una almohada suave mientras oran

  • Dibujar lo que están sintiendo y luego orar sobre eso

  • Hacer una oración corta como: “Jesús, dame paz”

5. Llévalos a la Palabra de Dios

Las verdades bíblicas son anclas para el corazón infantil. Algunos versículos que puedes enseñarles y repetir juntos:

  • Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo.”

  • Salmo 23:4: “Aunque ande en valle de sombra, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo.”

  • Juan 14:27: “Mi paz les doy.”

Puedes escribir estos versículos en carteles visibles o tarjetas decoradas.

6. Discerne cuándo buscar ayuda profesional

Si el nivel de ansiedad de tu hijo/a afecta su alimentación, sueño, relaciones o funcionamiento diario, es importante consultar a un profesional. No es falta de fe buscar ayuda. Es parte de la mayordomía que Dios nos pide como padres.

 Más allá de controlar, formamos el corazón

A veces como padres solo queremos que “dejen de llorar”, “se calmen” o “no tengan miedo”, pero Dios nos llama a ir más profundo: formar en ellos un corazón que confíe, aun cuando hay temor.

“En el día que temo, yo en ti confío.” (Salmo 56:3)

Con paciencia, acompañamiento y dirección bíblica, podemos ayudar a nuestros hijos/as a desarrollar una fe práctica en medio del estrés, y una madurez emocional guiada por el Espíritu.

El estrés y la ansiedad en la infancia y adolescencia no son señales de debilidad, sino oportunidades de formación. Nuestros hijos/as necesitan un refugio en sus padres, pero sobre todo necesitan aprender que su verdadero refugio está en el Señor.

Como padres, somos instrumentos de ese consuelo. Enseñémosles a respirar, a orar, a reconocer sus emociones, y a correr hacia Jesús en lugar de huir del miedo.

Te dejo una guía de cómo ayudar a tu hijo/a en una crisis de pánico:

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Versículo Lema: “Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría.” Salmos‬ ‭94‬:‭19 RV-60

Naty Alvarado

Natalie es parte del Equipo de Psicología Real, es Psicóloga Clínica y tiene 10 años de experiencia trabajando con población infanto-juvenil.

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