Ansiedad y descanso: dos palabras que pueden aprender a convivir

Hay una inquietud que no se apaga, incluso cuando ya apagaste las luces.
Un pensamiento más, una lista mental, una sensación de que “no hiciste suficiente” aunque estés exhausta.

Y aunque tu cuerpo te pide parar, tu mente sigue como si no supiera cómo hacerlo. ¿Te suena este escenario familiar? 

Si vivís con ansiedad, es probable que te cueste descansar de verdad. Y no me refiero solo a dormir, sino a permitirte una pausa sin culpa, un silencio sin exigencias, un momento para vos sin justificarlo.

¿Por qué nos cuesta tanto descansar cuando vivimos con ansiedad?

La ansiedad nos empuja a la acción constante, al control, a la previsión de lo que podría salir mal. Nos lleva a esas sensaciones constantes, de tener que estar en movimiento, esto entrelazado con la sociedad donde vivimos, que nos exige constantemente el hacer como una señal de avance, y de que “estas viviendo tu vida al máximo” y si, te lleva a los extremos. 

Nos cuesta frenar porque parte de nosotras siente que descansar es un riesgo: ¿y si se me pasa algo?, ¿y si me atraso?, ¿y si decepciono a alguien?

Sin darnos cuenta, entramos en una rueda de agotamiento silencioso. El cuerpo se agota, la mente se sobrecarga, y la ansiedad se vuelve más fuerte.

Pero hoy quisiera que hiciéramos una pausa… respiremos… y recordemos estas verdades: 

  • Descansar no es rendirse.

  • Descansar es escucharte.

  • Es empezar a sanar.

Cuando no descansamos bien, el cuerpo lo nota

  • El cortisol (la hormona del estrés) se mantiene elevado.

  • Aparece la irritabilidad, la tensión muscular, los problemas digestivos o la fatiga emocional.

  • Dormimos, pero no descansamos.

  • Nos sentimos desconectadas incluso de nosotras mismas.

Y lo más importante: sin descanso, el cuerpo no se siente seguro. Y sin seguridad, la ansiedad se mantiene encendida. Porque la contraparte de la ansiedad, no es el control absoluto de las cosas, sino la seguridad que nos podamos proporcionar a nosotras mismas. 

Es cuando aprendemos a permitirnos fluir sin controlarlo todo, a que la vida se trata más de soltar que de retener. Se trata de la confianza que ponemos en Dios, como aquel que tiene cuidado de las aves de los cielos de lo que comen, donde viven, de que viven y donde duermen cuanto más cuidado va a tener de nosotras. 

“Miren los pájaros: no plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos?”

— Mateo 6:26, NVT

Y no quisiera que me malinterpreten, esto de la confianza en Dios, de soltar el control y permitirse fluir es un arte aprendido, es una construcción diaria de una vida de intencionalidad en cree que Dios, quiere para nosotros un futuro lleno de esperanza y que todo eso que tememos esta bajo su cuidado siempre. 

¿Y si empezamos a redefinir lo que es descansar?

No todo descanso se trata de dormir.  Hay muchos tipos de descanso que quizás hoy estás necesitando más que una siesta:

  • Descanso físico: bajar el ritmo, estirarte, dormir mejor.

  • Descanso mental: apagar notificaciones, soltar pensamientos obsesivos, hacer journaling.

  • Descanso emocional: dejar de sostener conversaciones forzadas, permitirte llorar, hablar con alguien que te escuche.

  • Descanso sensorial: bajar el brillo del celular, estar en silencio, cerrar los ojos un momento.

  • Descanso creativo: no producir, solo contemplar.

  • Descanso social: decir “no”, elegir con quién sí.

  • Descanso espiritual: reconectar con tu fe, tu espiritualidad o tu esperanza.

Tal vez no estás cansada solo por lo que hacés. Tal vez estás cansada por lo que venís sosteniendo sola hace tiempo.

Rituales pequeños que traen descanso real

No necesitás cambiar tu vida entera para empezar a descansar.
Pero sí necesitás empezar a tratarte con más ternura.

Acá te comparto algunas pausas pequeñas que pueden ayudarte:

  • Respirar profundo cada vez que te lavás las manos.

  • Poner el celular en modo avión durante tus comidas.

  • Hacer una pausa de 5 minutos para caminar sola sin música, sin distracciones.

  • Dormir con el celular fuera del cuarto.

  • Decir “esto no hoy” y dejar que algo quede pendiente sin culpa.

  • Escribir lo que te preocupa antes de dormir, solo para soltarlo.

El descanso no tiene que ser perfecto. Solo tiene que ser intencional.

Descansar no te hace menos responsable. Te hace más presente.
Y si vivís con ansiedad, merecés aún más darte espacios seguros, amables y sostenibles.

Descansar también es un acto de amor propio.


¿Te animás a regalarte ese amor esta semana?


Ejercicios para trabajar en el Descanso

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Versículo Lema: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Seré exaltado entre las naciones! ¡Seré enaltecido en la tierra!” Salmo 46:10 NVI

Pame González

Psicóloga Clínica, Directora de la Clínica del Psicología Real con más de 10 años de experiencia dedicada al acompañamiento de pacientes en el viaje de la vida.

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Manejo del Estrés y la Ansiedad desde la Psicopedagogía