Mamá ¿cómo cierras este 2025?

Te pasa que al cerrar un  año siempre trae una mezcla de emociones: alivio, cansancio, gratitud, miedo, esperanza y a veces todo al mismo tiempo. No se vos pero para mi este año se fue tan rápido que apenas estoy asimilando que es diciembre y  muchas veces llegamos hasta acá en modo automático, sin detenernos a mirar lo que pasó dentro de nosotras.

Por eso quiero invitarte a hacer una pausa y vernos hacia dentro, de forma consciente para revisar el corazón con honestidad, compasión y gracia. No para juzgarte, sino para escucharte. No para exigir más, sino para descansar profundamente en Dios.

1. Mirar el año con honestidad, sin filtros y sin culpa

Antes de evaluar metas o pensar en propósitos, es valioso preguntarte:

  • ¿Qué emociones me acompañaron este año?

  • ¿Dónde sentiste cansancio o frustración?

  • ¿Dónde viste la fidelidad de Dios?

  • ¿Qué te sorprendió de vos misma?

  • ¿Cómo estuvo mi maternidad?

Cuando reconocés y nombras lo que hay en tu corazón, Dios puede obrar con mayor claridad.

2. Soltar lo que pesa para entrar al nuevo año más ligera

Diciembre es un buen momento para hacer espacio. No solo en la casa… también en el alma.

Tal vez este año acumulaste:

  • miedo al qué dirán

  • expectativas imposibles

  • necesidad de aprobación

  • culpa por no poder con todo

  • exigencia para demostrar tu valor

La Escritura nos recuerda: “Depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes.”
Soltar no es debilidad. Soltar es confiar profundamente.

3. Reconocer los deseos que movieron tus decisiones

Todos caminamos con deseos en el corazón: deseos buenos, deseos heridos, deseos desordenados, deseos que Dios mismo plantó.

Preguntas que ayudan:

  • ¿Qué deseo marcó mis decisiones este año?

  • ¿Cuál deseo me robó la paz?

  • ¿He buscado seguridad en mis logros, personas o control?

  • ¿Qué deseo me gustaría entregar a Dios para que Él lo ordene?

Cuando revisamos nuestros deseos, podemos ver lo que necesita guía, dirección o sanidad.

4. Crear metas desde la paz, no desde la presión

En lugar de metas “para cumplir”, podés pensar en metas “para crecer”.

Preguntarte:

  • ¿Qué necesito fortalecer emocionalmente?

  • ¿Qué hábitos me acercan a la estabilidad y al descanso?

  • ¿Qué límites necesito establecer para proteger mi bienestar?

  • ¿Cómo quiero cultivar mi relación con Dios este nuevo año?

Las metas se vuelven más sostenibles cuando nacen del propósito y no de la comparación.

5. Recordar que tu salud emocional también es espiritual

Tus emociones y tu sistema nervioso son parte de cómo Dios te creó.
Cuidarlos es parte de cuidarte en Él.

Reflexiones útiles:

  • ¿Estoy escuchando las señales internas de mi cuerpo?

  • ¿Estoy atendiendo mis heridas o solo sobreviviendo?

  • ¿Estoy dejando que Dios transforme mi mente o estoy funcionando en modo automático?

El fin de año es un recordatorio de que Dios desea renovarte, no agotarte.

6. No tenés que hacerlo sola

Sanar, crecer y redireccionar el corazón toma tiempo… y compañía.

Si este año te dejó cansada, ansiosa, confundida, triste o desconectada de tu identidad en Cristo, quiero decirte algo importante:

No estás sola, ni tenés que empezar el próximo año desde el desgaste.
Hay caminos más suaves, y pedir ayuda es un acto de valentía espiritual.

La terapia puede ser un espacio seguro para revisar lo que duele, ordenar lo que se enreda y encontrar un camino más claro hacia la plenitud emocional y espiritual.

Si deseas profundizar más en indagar tu corazón, te invito a que descargues la Guía: Mapa de mi corazón, para investigar nuestro corazón a la luz de la palabra de Dios.

Si deseas, iniciar el año 2026 con calma en lugar de caos, te invito a nuestro taller: 

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Versículo Lema: “Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría.” Salmos‬ ‭94‬:‭19 RV-60

Naty Alvarado

Actualmente se encuentro cursando la maestría en clínica y salud mental, su enfoque terapéutico es integrativo, le gusta trabajar desde las necesidades de los pacientes y de las familias con una perspectiva siempre basada en la evidencia psicológica. Se ha formado y continua actualizándose en Trauma, disociación infantil y apego. 10 años de experiencia trabajando con población infanto-juvenil.

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