Cuando alguien que amas muere, la vida nunca vuelve a ser igual

Vivir la pérdida de una persona o mascota con quien se tiene lo que algunos expertos llaman un vínculo primario —esas personas que son tu núcleo, parte de tu identidad, de tu ADN emocional— es definitivamente un hecho en la vida que marca un antes y un después.

Mi nombre es Sussy Villalta, soy psicóloga clínica y soy caminante de un duelo tras la muerte de mi hermana menor, Diana 💜.

Me escucho hablar con la gente y hablo de mi vida refiriéndome a “antes de que Di enfermara” o “después de la muerte de Di”, como para tratar de explicar de qué versión de mí estoy hablando. Simplemente reconozco que todo cambió para siempre…


A veces no hay palabras para describirlo. Es la ausencia interminable, el hueco en el alma, la relación que nadie puede reemplazar aunque tengas mucho amor alrededor, todas las llamadas que queremos hacer que ya no podemos, los cumpleaños que ya no cuentan y todo ese amor que está dentro nuestro y que no sabemos adónde acomodar.

Si estás leyendo esto y te identificás, lo primero que quiero decirte es lo siento. Esa lealtad silenciosa que nos une al entender lo que duele, eso hoy nos acerca, aunque no nos conozcamos. Pero, a la vez, ¡qué dicha tener la capacidad de amar como lo hacemos! Qué privilegio haber tenido personas tan importantes, que cumplieron un rol tan lleno de significado como el que hoy extrañamos.

Me intenté preparar para muchas cosas en esta vida —la carrera, la casa, mis hijos—, pero para lo que nunca estuve lista fue para vivir esta vida sin mi hermana menor. Nunca me pasó por la mente esa posibilidad, como si la vida de ella y la mía hubieran venido al mundo amarradas… y no la vida es esta: nacer y morir.


Mientras voy poco a poco entendiendo cómo navegar esta nueva realidad y queriendo hacer de mi propósito de vida uno que ayude a personas que han enfrentado una pérdida significativa, quiero compartir algunas herramientas que me han ayudado. Mi esperanza es que alguna resuene con lo que hoy estés necesitando e inspirarte a que ese antes y después pueda tener muchos elementos positivos, si ponemos la perspectiva correcta, esta nueva versión que hoy somos, puede convertirse en la mejor etapa que nunca pudimos imaginar y es en ese camino que te quiero acompañar. 

¿Qué es el duelo y por qué duele tanto?

El duelo es una respuesta natural ante la pérdida. Cada pérdida nos mueve profundamente porque rompe la conexión entre lo que éramos y lo que ahora somos.

Nuestro cerebro, nuestro cuerpo y nuestro corazón necesitan tiempo para asimilar lo ocurrido. No se trata de “superarlo”, ni de vivir una a una las “etapas del duelo” como si fueran una línea recta con un orden lógico, sino de aprender a vivir plenamente mientras acomodamos el duelo como algo que nos acompaña.

Aunque al inicio parezca imposible, el duelo puede convertirse en un gran aliado: nos hace más resilientes, más profundos, con prioridades más claras y una conciencia sobre la temporalidad de la vida que se vuelve nuestro superpoder. Amamos diferente, vivimos diferente, y nos convertimos en una versión de nosotros mismos que jamás pensamos alcanzar. Ahí se encuentra la magia del duelo.

Emociones que vienen en oleadas

Si hay algo que hoy entiendo sobre el duelo es que sus efectos son inesperados, y muchas veces inoportunos.
Algunos días podés sentirte en calma, y al siguiente, una pequeña memoria puede traer una gran ola de tristeza. A veces hay enojo, culpa, negación o incluso alivio —y todo eso es parte del proceso.

Cada emoción cumple una función: nos permite conectar con el dolor, expresarlo y soltarlo poco a poco. No hay una forma correcta de sentir, solo la tuya.

También entiendo que el cerebro procesa poco a poco, como un mecanismo de supervivencia. Entonces, podemos encontrarnos una y otra vez frente a esa noticia que repetimos en silencio: “se murió”. Esa frase trae emociones fuertes, incluso mucho tiempo después. El único camino posible es permitir que el dolor nos atraviese, dejarlo ser, y confiar en que, cuando la ola pase, podremos volver a sacar la cabeza del agua y seguir respirando.

No hay un tiempo correcto para sanar

Vivimos en una sociedad que nos presiona a “seguir adelante”, pero el corazón no entiende de calendarios ni de tiempos correctos.
Sanar no significa olvidar; significa permitirte vivir a tu ritmo, reconociendo tus avances, aunque sean pequeños.

Los avances no son sentir menos dolor, sino lograr que el dolor ya no domine tu mente ni tu día.
A veces, el progreso se ve en cosas simples: volver a dormir mejor, disfrutar una conversación, tener ganas de hacer un viaje, reírte a carcajadas otra vez, celebrar tu cumpleaños con alegría. Todo eso también es sanación.

Sanar no es dejar de extrañar. Es aprender a vivir con la ausencia, mientras el amor se transforma en algo distinto.

Autocompasión

El duelo no es una carrera; es un camino de compasión.
Date permiso para sentir, para descansar, para no poder. La autocompasión puede verse en cosas sencillas: tomarte más tiempo para hacer algo cotidiano, no participar en una actividad que antes disfrutabas, pedir espacio a tu familia o compañeros de trabajo en una fecha importante como un aniversario de muerte.

Eso también es autocuidado. Así como protegerías una herida después de una cirugía, el alma también necesita reposo.
Aprendé a comunicar tus necesidades sin culpa ni vergüenza. Permitirte sentir sin juzgarte, llorar cuando lo necesites y pedir ayuda cuando no podés más también es valentía.

Hablar con un profesional, con un amigo o con una comunidad de fe puede ser una forma de sostenerte. El duelo es un evento que nos marca, y no tenemos que enfrentarlo solos.

Un recurso gratuito para acompañarte

Si estás transitando un proceso de duelo y querés una guía para comprender mejor lo que estás viviendo, te ofrecemos un recurso gratuito:
📘 “Test del duelo”, la idea es intentar identificar si en la etapa que estás viviendo, requieres acompañamiento profesional o lo que experimentas es parte natural del duelo,

Conclusión: hay esperanza en medio del dolor

El duelo no borra el amor; lo transforma.
Con el tiempo, ese dolor agudo puede volverse un recuerdo sereno que te conecta con lo vivido y con lo que permanece. No hay prisa, no hay fórmulas. Solo pasos pequeños, fe, y la certeza de que cada lágrima también es parte de la reconstrucción.

“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón.”
(Salmo 34:18)

Lic. Sussy Villalta 💜
Psicología Real

www.psicologiareal.com | info@psicologiareal.com | WhatsApp 8800-4432


Si quieres solicitar una cita conmigo, hazlo en este enlace:

Puedes agendarla aquí, sólo haz click

Versículo Lema: Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón. Salmo 34:18

Sussy Villalta

Perfil Profesional: Especialista en procesos de duelo, pacientes en etapa terminal, familiares y cuidadores. Soy psicóloga clínica con una profunda vocación por acompañar a personas en momentos de alto impacto emocional. Mi enfoque se centra en procesos de duelo, la atención integral a pacientes terminales, así como el apoyo emocional a sus familiares y cuidadores, brindando un espacio seguro para navegar el dolor, el miedo y la transformación que trae consigo la pérdida. Trabajo también con personas que atraviesan crisis personales intensas, ayudándolas a encontrar sentido, desarrollar estrategias de afrontamiento emocional, resolver conflictos internos y promover el bienestar desde una mirada compasiva, humana y basada en evidencia. Creo en una terapia que acompaña, sostiene y no juzga. En cada proceso terapéutico busco fomentar la resiliencia, el autocuidado y la conexión emocional, adaptando mis intervenciones a las necesidades únicas de cada paciente. Trabajo en español o inglés con la misma fluidez, lo que me permite acompañar a pacientes de diversas culturas y contextos.

Siguiente
Siguiente

Cuidar la salud mental de tu hijos