¿Quién es este hijo/a mía? Cómo volver a conectar con tu adolescente

Recordas tu adolescencia, te acordás del pánico que sentías cuando hacías algo mal y pensabas que tu mamá se iba a dar cuenta?, ¿o de las locuras que hacías por el chiquillo que te gustaba en el cole?, ¿y que tal esos momentos difíciles que pasabas… la vergüenza, la culpa, las emociones que ni vos entendías del todo?. A veces, al criar a un adolescente, olvidamos que nosotras también lo fuimos.


Como psicóloga y creyente, he tenido la oportunidad de ver de cerca cómo esta etapa de la vida está llena de contrastes emocionales profundos. Hoy quiero compartirte cómo la neurociencia y la Biblia nos ayudan a entender y acompañar mejor a los adolescentes en su mundo emocional.

¿Qué pasa en el cerebro del adolescente?

Cuando me acerqué por primera vez a estudiar el cerebro y su desarrollo en la infancia y adolescencia, comprendí muchas cosas que antes me parecían un misterio. El cerebro adolescente está en plena remodelación. 

¿Viste Intensamente 2? Hay una escena donde Riley está durmiendo, y de repente llegan unos personajes constructores diciendo: “¡A demoler!”… y destrozan la consola de control. Esa escena, aunque divertida, representa con mucha precisión lo que realmente ocurre en el cerebro de un adolescente: un proceso de reconstrucción profunda, emocional y neurológica.

Esto es lo que sucede, la corteza prefrontal, responsable del juicio, la planificación y el control de impulsos, aún está en desarrollo. En cambio, el sistema límbico —la parte del cerebro que regula las emociones— ya está muy activo. Esto significa que los adolescentes sienten intensamente, pero todavía no tienen todas las herramientas para autorregularse.

Además, ocurre algo llamado poda sináptica: el cerebro elimina conexiones neuronales que no se usan, mientras fortalece las que sí. También aumenta la mielinización, que mejora la velocidad de transmisión neuronal. Todo esto les prepara para la adultez, pero en el camino, pueden vivir emociones de forma muy caótica o abrumadora.

¿Por qué las emociones se sienten tan intensas?

Si alguna vez has escuchado a un adolescente decir “¡nadie me entiende!” o “¡mi vida se acabó!”, probablemente estés presenciando una respuesta emocional amplificada. Y tiene sentido. Durante la adolescencia, hay una mayor activación de la amígdala, que es como el sistema de alarma del cerebro. Esto les hace reaccionar más intensamente al estrés, la tristeza, la frustración o incluso al entusiasmo.

A esto se le suman los cambios de humor,  la búsqueda de identidad y pertenencia. Las emociones no son el problema, sino las herramientas que aún no han aprendido a usar.

¿Qué dice la Biblia sobre las emociones?

Es hermoso saber que Dios nos creó con emociones, y que no hay nada de malo en sentir. Jesús mismo experimentó emociones: lloró (Juan 11:35), se enojó (Marcos 3:5), sintió compasión (Mateo 9:36). No reprimió sus emociones, pero tampoco fue esclavo de ellas.

Los Salmos son una fuente preciosa de expresión emocional. David clamaba con tristeza, bailaba de gozo y se quejaba de frustración, todo en intimidad con Dios. Esto me enseña que las emociones no son para ignorarlas, sino para llevarlas al lugar correcto: la presencia del Señor. Y son un regalo que el Señor nos dio para relacionarnos con él, con nosotras mismas y con los demás.

También recuerdo lo que dice Gálatas 5:22-23 sobre el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio. Estos frutos no niegan las emociones, pero nos enseñan a vivirlas con sabiduría y dominio. 

Cómo acompañar emocionalmente a un adolescente

Aquí te comparto ideas prácticas que he visto dar fruto tanto en consulta como en la vida cotidiana:

  • Escucha sin juzgar. Muchas veces, el adolescente no busca una solución inmediata, solo alguien que lo escuche de verdad.

  • Válida sus emociones. Frases como “entiendo que eso te duela” o “eso debe ser muy frustrante” pueden abrir más puertas que un sermón.

  • No justifiques conductas, pero comprende su origen. No se trata de permitir todo, sino de entender qué hay detrás del comportamiento.

  • Conecta antes de corregir. Un adolescente que se siente comprendido será más receptivo a tus consejos y consecuencias

También recomiendo ejercicios prácticos, cómo enseñarles técnicas de respiración consciente acompañadas de tiempo devocional. Respirar profundo y repetir un versículo como “Dios es mi refugio y mi fortaleza” puede ayudarles a calmarse y reconectarse con su fe.

La adolescencia no es una etapa para sobrevivir, es una etapa para acompañar. Si entendemos lo que sucede en su cerebro y corazón, y lo combinamos con la guía de la Palabra de Dios, podemos acompañarlos con más empatía y sabiduría. No estamos llamados a controlar sus emociones, sino a guiarlos con amor, como hace nuestro Padre celestial con nosotros.

Como dice Proverbios 4:23:
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”
Acompañemos a nuestros adolescentes a guardar su corazón con entendimiento, gracia y verdad.

Recursos recomendados

  • Libro: Tormenta cerebral – Dr. Daniel Siegel.

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